Ministro de Cultura, Ernesto Ottone. Photo: Ma Paz Santibáñez. |
Ad-portas de la aprobación de las reformas que harán efectivo el voto en el exterior, anhelo de cualquier ciudadano interesado por su cité, se vislumbran desde hace año los desafíos para Chile para integrarse a una democracia globalizada. Entre ellos, se encuentra la esencia misma de lo nuestro, el desafío de la promoción de la(s) cultura(s) chilena(s) en el exterior.
Promover nuestras culturas y nuestros idiomas es una tarea que las organizaciones chilenas en el exterior han asumido naturalmente. Desde el campeonato de cueca pasando por actividades deportivas y exposiciones de artistas hasta la organización de defensa de derechos, se vive en el exterior al ritmo, con los colores y los olores de Chile.
Sin embargo, al compararnos con países desarrollados,
nuestro país demuestra no tener una política cultural de desarrollo en el exterior. Todos conocemos los centros culturales franco, germano, italo…
chilenos. ¿Y nosotros, qué ofrecemos a nuestra comunidad en el exterior?
Es primordial construir y aplicar una política
cultural en el exterior ambiciosa que permita la creación de centros que
faciliten la promoción, el acercamiento e integración entre los/as chilenos/as
y la sociedad que nos acoge. En Francia, por ejemplo, en la cité international
universitaire, los países tienen “casas” que alojan a sus estudiantes al mismo
tiempo que se abren a otras nacionalidades.
Otra demanda es el acceso a las señales abiertas y no
codificadas de los canales de Televisión Nacional. Se hace incapié al mismo
tiempo sobre la paupérrima calidad y la ausencia de gratuidad de esta televisión
para quienes vivimos fuera. Pero el punto esencial, es que se incluya en los
programas y canales de televisión la visualización de los chilenos en el
exterior.
Otro punto clave es la situación de nuestros
estudiantes y profesionales formados fuera de Chile. Conocido es el viacrucis
para lograr que se reconozcan los títulos profesionales o técnicos; para los
becados, se les exige la obligatoriedad del regreso después de haber finalizado
los estudios, olvidando que sus experiencias profesionales y las redes de
saberes y competencias que se constituyen en el exterior son también una
riqueza que debemos cultivar. Además, numerosos científicos no cuentan en Chile
con las herramientas para avanzar en sus investigaciones.
Otro problema que confronta la comunidad chilena en el
exterior es el deber abandonar enceres, bibliotecas, útiles de trabajo, etc.
cuando por equis razón deben regresar a instalarse nuevamente en Chile. Es una
doble condena, el triple exilio para algunos de ellos.
Es por ello que insistimos que el país se dote de una
Ley general de retorno con dignidad permanente que permita asegurar la
integración de los chilenos que de forma voluntaria vuelvan a la patria. Esta
ley debe considerar, entre otros: el acceso a beneficios y subsidios en igualdad
de derechos, la facilitación del ingreso al país de bienes domésticos y
profesionales exentos de derechos aduaneros, entre otros.
Aumentar la participación de las comunidades chilenas
en las actividades relacionadas al Estado parece ser uno de los desafíos más complejos.
Con la crisis de desconfianza que afecta a la sociedad chilena, a muchos
conciudadanos les cuesta creer en las reales intenciones y propuestas, o
simplemente temen la manipulación. Es el rol de las organizaciones chilenas el
promover la participacion en la vida de la res –publica de nuestro país.
Está claro que sin las organizaciones sociales chilenas, no habría promoción constante de nuestra cultura. Son los principales embajadores de Chile.
Entendemos que gran parte de nuestras demandas serán
posibles solamente a través de una nueva Constitución generada a través de un proceso que contemple una
Asamblea Constituyente que incluya a los residentes en el exterior.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario